miércoles, 14 de septiembre de 2011

Balcón, parte 2

-Bonita casa, no la recordaba así.
-Supongo que cinco años cambian las cosas.
-Y tanto… Estás guapísima.
-Gracias, pero creo que no puedo decir lo mismo de ti. Estás hecho un asco. ¿Un whisky?
La conversación siguió. Hablaron del pasado, del presente, e incluso de algunos planes de futuro. Bebían deprisa y jugaban con las palabras mientras estaban sentados en el sofá, cada vez más cerca el uno del otro, y aunque intentase ser fría, él tenía algo que la atraía demasiado. Su mirada, sus grandes manos… Pero nada de eso iba a hacerle cambiar de opinión, aunque quizás podría divertirse un poco más de lo que tenía planeado.
-¿Qué tal tu mujer?
-Gastando dinero, como siempre. No sabe hacer nada más. Pero mientras me deje tranquilo me sobra.
-Tampoco es un problema, ¿no? El negocio te va bien.
-No puedo quejarme, pero no me apetece hablar de nada de eso. He pensado mucho en ti, aunque no lo creas.
-Alguna oportunidad habrás tenido, cinco años dan para mucho.
-No seas rencorosa, sabes que lo nuestro no iba a ningún sitio.
-¿Más whisky?
-¿Por qué no pasamos del whisky y hacemos algo más entretenido?
-No, gracias, ahora no tengo ganas. ¿Quieres cenar?
-Bueno… Posiblemente así se te abra otro tipo de apetito. ¿Qué hay de cena?
-Nada, ¿dónde me invitas?
-Sigues teniendo la misma cara que antes… Vamos, anda.
La llevó a cenar a un restaurante lujoso, de esos en los que los nombres de los platos son ininteligibles, las raciones mínimas, y los precios excesivos; suerte que él era un “caballero” e invitase.
“Sabía que no me haría falta cocinar… Que simples son los hombres.”
Después de la cena se pasaron por un pub y tomaron un par de copas hasta que él dijo que era demasiado tarde y que su mujer iba a sospechar.
-¿No quieres volver a mi casa?

No hay comentarios:

Publicar un comentario