jueves, 15 de septiembre de 2011

Balcón, parte 3

-Es muy tarde, ¿qué te parece si quedamos mañana?
-No gracias, no me apetece volver a verte. O vienes hoy, o no vuelvas.
No podía dejar que se fuera, esta era la noche, era el momento. Todo iba como había planeado y no podía permitir que se le escapara. Tenía que convencerle como fuese.
-De acuerdo… Nos tomamos la última y me voy, pero una rápida, ¿eh?
Lo había conseguido.
-Sí, sí, no te preocupes. Tu mujer seguirá pensando que estás de reunión. ¿No sospecha nada? No me lo puedo creer, si estás con tres tias cada la semana…
-No exageres, hacía meses que no salía con nadie. De todas formas, si sospecha algo nunca me ha dicho nada. Supongo que estará demasiado acostumbrada a los lujos como para divorciarnos y quedarse en la calle.
-No creo que se quedase en la calle… Te sacaría todo lo posible. ¿Cómo se llamaba? Laura… Paula…
-Lara. Y no me sacaría nada, tenemos separación de bienes. Por eso no le interesa que nos divorciemos… Y a mí me interesa mantener las apariencias.
-Chico listo. Subes entonces, ¿no?
-Claro, pero diez minutos, ni uno más.
-Por supuesto, no querría retenerte más de lo necesario.
Subieron de nuevo a su casa, y mientras él se servía un whisky ella apareció desnuda delante de él.
-¿Qué te parece?
-Que necesitas tomar un poco el sol, por lo demás… Estás incluso mejor que antes.
-Invítame a tu piscina, como en los viejos tiempos. Así quizás coja un poquito de color. ¿No quieres venir a la cama?
-Creo que no pasará nada si tardo media hora más…
Besos, más besos, caricias, y lo que no son caricias. Y pasó la media hora que había dado de plazo. Y otra media, y otra hora… Empezó a amanecer, y los dos juntos en el balcón vieron llegar el día.
-¿Quieres desayunar? ¿Qué le vas a decir a tu señora?
-Me la pela mi señora. Tráeme un par de tostadas y un café.

No hay comentarios:

Publicar un comentario