La chica pobre se resigna porque no puede estar con el
hombre rico, pero este sigue dándole por culo e intentando besarla a pesar de
que se va a casar en breves con la putilla. Al final se besan, y ya se sella el
encantamiento que hace que ninguno de los dos deje de pensar en el otro.
La putilla se da cuenta de que la pobre está enamorada de su “noviesito” e intenta destruirla de todas las maneras posibles. Mientras que todo esto ocurre, el rico intenta llevar doble vida y tener dos novias, una secreta, de la que realmente está enamorado (y es la pobre tonta), y la otra, con la que se va a casar sin quererla.
La putilla se da cuenta de que la pobre está enamorada de su “noviesito” e intenta destruirla de todas las maneras posibles. Mientras que todo esto ocurre, el rico intenta llevar doble vida y tener dos novias, una secreta, de la que realmente está enamorado (y es la pobre tonta), y la otra, con la que se va a casar sin quererla.
Hasta aquí todo claro, ¿no?
Luego tenemos historias secundarias como la de los criados
de él que también se enamoran entre ellos, o la de la madre de él que ama a la
putilla y pretende ayudarla contra la pobre, porque claro, casarse con la
putilla será mejor para su estatus social. También encontramos a veces que la
putilla suele tener su propio amante, con el que planea matar a su marido tras
casarse. Que claro, va de listo y estupendo, pero no se da cuenta de que su
mujer es una guarra que sólo le quiere por su dinero.
Volviendo a la pobre tonta, que la hemos dejado un poco
olvidada, sigue intentando olvidarse de su galán, pero “¡Oh, diosito!, ¿por qué
carajo tuviste que haser que Luis Eduardo Montoya Ferrándes de Todos los Santos
aparesiera en mi vida?” (cosa que todas nos preguntamos al ver a Chris Evans, Tom
Hiddleston, Christian Bale, etc., pero que no nos quita el sueño como a ella),
entonces por supuesto, no le olvida, ya que se pasa el día lamentándose de su
terrible fortuna.
La putilla por su parte intenta ahogarla, envenenarla,
mandarla a Europa, meterla en la cárcel, matarla, de todo, pero al final no
consigue nada, porque por supuesto, EL AMOR SIEMPRE VENSERÁ.
Al final, el galán rico y poderoso (del cual no sabemos por
qué es rico, igual es un narco, o exporta chorizos, o tiene una fábrica de
consoladores en China, nunca se acaba de saber de dónde sale la fortuna) se
deshace de la putilla, que se hunde en la ciénaga más apestosa de toda Sudamérica
y termina casi siempre en la cárcel, o pobre y con el rimmel corriendo por sus
mejillas mientras maldice a la pobre-tonta-guapa, que se casa con el
rico-galán-poderoso, y se convierte en la señora de la casa. Echa a la suegra, por
supuesto, porque el marido es un calzonazos, y ella acaba siendo la persona más
adorable, amada y presiosa de la historia. El último capítulo suele ser o bien
la boda del galán y la ya-no-pobre, o bien unos años más tarde cuando ya tienen
sus hijos y son felices y comen perdices.
Hay variaciones, como por ejemplo en cierto culebrón que
trataba de tres hermanos pobres que quieren vengarse de tres hermanas ricas
pero ¡OH! Casualmente cada uno de ellos se enamora de una de ellas (ninguno
coincide con la misma, que raro…) y se acaban casando. Y ese sinfín de opciones
que nos ofrecen las telenovelas.
Así que ya saben mijitos, vean telenovelas, si no pueden ver
cómo termina siempre sabrán que el amor es la respuesta.
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